domingo, 22 de septiembre de 2013

El tiempo, el implacable, el que pasó...





Cuando mi "buen" hijo cumplió 5 añitos pasaron muchas cosas. De pronto, de ser hijo único paso a ser hermano mayor de una recién nacida, comenzó a sentir claramente que él era una personita diferente a nosotros y a comportarse como niño, su mamá ya no estaba cien por ciento para él y el ambiente en la casa se podía cortar con tijeras... Cinco meses después nos separábamos con su papá, situación inesperada para mí, pensaba que estábamos en una crisis y que lo superaríamos, pero él no pensaba ni quería lo mismo. Y ahí nos quedamos, solos los tres.

Hace un tiempo que no estábamos bien, el nuevo embarazo -como casi siempre- no ayudo sino que tensionó más la cotidianidad. Esta vez yo trabajaba jornada completa, veía la casa y me hacía cargo de mi hijo al llegar a casa. Estaba agotada. No hubo tiempo ni ganas de hacer yoga, tampoco de alimentarme especialmente bien, menos de dormir todo lo que necesitaba. Al final pude tomar algunas sesiones en el agua de preparación para el parto para recordar lo aprendido antes y que no había podido poner en práctica por la cesárea de mi hijo mayor. Con todo, una claridad me tenía feliz, esta vez podría parir naturalmente y mi ginecóloga estaba de acuerdo en tener un parto vaginal después de la cesárea (PDC).

Recuerdo haber estado desconectada de mi misma, de mi hijita, o al menos no especialmente conectada, no como la primera vez. Recuerdo como dudaba de si sería capaz de amarla como amaba a su hermano, ¿podría ser posible que no?, ¿cabe en el corazón más amor del que hay y se siente por ese primer hijo?. Tal vez algo de esa sensación me impulsaba a sentir con mayor intensidad la necesidad de parirla, de sentirla salir de mi, de realizar, a través de su nacimiento, ese deseo profundo que tenía de dar a luz naturalmente. Hablamos con mi doctora de parto natural, sin anestesia, en cuclillas, con calma e intimidad. Acordamos eso. Ella estaba de acuerdo, yo confiaba, estábamos de acuerdo... hasta el día del parto.

A las 39 semanas y días comenzaron las contracciones regulares, intensas, cada 10 minutos primero y cada cinco minutos después. Era de noche. Al principio dormité un poco pero como a las tres am ya no podía estar en la cama. Estaba tranquila con la idea de que había llegado el momento, pero no confiaba en mi cuerpo porque me dí cuenta que desconocía totalmente el proceso del parto; me sentía una primeriza y tuve miedo ¿y si estaba ultra dilatada y mi niña nacía ahí mismo?, ¿y si algo iba mal?, ¿cómo saber si ya era hora o no de ir a la clínica?. Llamé a la matrona y ne sugirió que me diera un baño de tina y me sumergiera en agua caliente para ayudar a relajarme, si las contracciones no paraban, era hora de partir para chequear el progreso en la clínica... No pararon, así que decidí irme, primer gran gran gran error, pero eso lo se hoy, 6 años después.

Desperté a mi compañero, llamamos a mis papás para que vinieran a quedarse con mi hijo y partimos a las 5 de la madrugada a velocidad ultra lenta porque me dolía una enormidad el movimiento del auto, y con las luces rojas parpadeantes para señalizar la situación. Llegamos, me sientan en una silla de ruedas, me ingresan, me examinan. Nada, pero nada es agradable, todo es muy frío y siento que me cierro. Tenía dos centímetros de dilatación, pero me dejaron ingresada, no recuerdo cuál fue  la razón. Me hicieron un enema, me monitorearon y se asombraron de que no quisiera anestesia, pues se veía que dolía bastante. Si, dolía, pero yo estaba tranquila con eso, sabía del dolor, podía con ello. Pero no sabía del proceso de parto, de la dilatación, de los tiempos del cuerpo. En algún  momento de la mañana llegó la matrona, también me examinó (me examinaron muchas personas y muchas veces), faltaba mucho, la dilatación no avanzaba. Después del mediodía llega la ginecóloga, la situación sigue "estancada" esta vez en 5 centímetros. Y la voz de la experiencia habla y me comunica que si no dilato pronto tendrán que inducirme... Junto con eso, me convencen de que son muchas horas con dolor y que es mejor que acepte la anestesia... y cedo, aproximadamente a las 13:00 hrs, después de una noche y una mañana con contracciones acepté. Ellas, mi ginecóloga y matrona, que estaban de acuerdo conmigo antes, ahora decían que no se podía... y yo les creí, yo confié y les cedí todo mi poder, todo. Dos veces me pusieron anestesia en el preparto, la segunda vez me agarró hasta las piernas y no podía moverme!!! fue terrible la sensación de indefensión... así que no acepté más dosis. Entre tanto, creo que como a las cinco de la tarde la matrona me informa que van a tener que romper la bolsa y colocarme un goteo, porque aun no dilato lo suficiente. Yo sabía, ellas sabían, que no quería la ruptura (del goteo y la oxitocina sintética tenía muy poca, casi nula información) pero ella insistió y lo dio por hecho la segunda vez que lo dijo. Y yo, triste, resignada y dolorida, la dejé. Finalmente cerca de las seis yo ya estaba lista, me ingresaron al pabellón y allí todo fue bastante rápido. La anestesia estaba perdiendo efecto así que ya sentía de nuevo las contracciones y no tuve que pujar de memoria, también recordé como respirar, pero de cuclillas nada, pues no me podía las piernas... la camilla semi inclinada y después de unos cuantos pujos intensos, vino el corte, del cual ni supe!!! nadie preguntó... ni siquiera me preguntaron, me enteré después. Luego nació mi niña, mi chiquita... la sentí salir, la oí, la ví y la bese, y se la llevaron, allá se fué, lejos, con su papá. Y yo me sentía como en una película, todo era tan irreal...

Tenemos un vídeo del parto, es crudo. Al principio lo veía con cariño, hoy me duele el registro de mi parto, no estaba empoderaba y me quitaron mi parto. Así no más fue. No hubo ninguna, pero ninguna razón médica para los procedimientos aplicados. Aun me resuenan los comentarios de la ginecóloga y la matrona acerca de como el bono comprado para financiar el parto ya estaba ultra pasado por lo demoroso que estaba resultando todo. Lo más fuerte de todo esto es que en ese momento, y por muchos años después, yo no fui consciente de lo que viví, no podía ponerle nombre a mis sensaciones y experiencias. Hasta que lo leí, hasta que me vi reflejada en el testimonio de otras mujeres... y lo entendí.

La relación con mi pequeña fue compleja desde el principio, no la sentía como al primer hijo, la cuidaba, la amamantaba, la sostenía, la aseaba, la vestía y la cuidaba, pero desde el "saber" que eso era necesario, no desde el sentir... no se como explicarlo mejor. No estaba conectada, no estábamos enamoradas... su llanto no me remecía las entrañas... Cuando a eso se sumo la separación con su padre, pues el cuadro se completo. Deje de amamantar, mi leche se fue, pese a que notoriamente tenía más que con su hermano (aunque también le di relleno, con menos culpa que la ves anterior). Y mi depresión se hizo visible; depresión post parto (ahora lo sé!!!) que se agudizó con una depresión de base y que me tiraron al hoyo durante casi un año. Por lo menos a los pocos meses logré darme cuenta de  mi estado, y pedí ayuda profesional. Mi motivación fue mi hijo mayor, el estaba en kinder y me daba mucha pena que su mamá fuera esa mujer, desaliñada y sin ganas de nada, siempre en piyama y en cama, sin alegría... Además, su comportamiento hablaba claramente de la necesidad de un cambio en la casa; si bien la tensión y la densidad del ambiente ya no estaban desde la separación, lo que quedo no era mejor. Mi motivación fue él, mi preocupación y mi movimiento fue por él.

Muchas cosas solté en esa crisis, empezando por la perfección en las cosas de la casa y la crianza, no tenía fuerza ni ánimo y en realidad me importaban un cuesco. Ahora estaba sola, con un hijo de 5 que tenía comportamientos inadecuados para los estándares de la escuela, una pequeñita que debía atender y una depresión de cuidado. Mi niñita pasó por una neumonitis a los tres meses y tuvo displacia en las caderas desde los tres a los ocho meses; supe el mismo día, lo de la neumonía y lo de la displacia. Ahí lloré, ahí la sentí y ahí me remecí. Eso ayudo, pero no basto. La terapia también ayudó, me ayudo a pararme, a sentirme, a conectarme conmigo, con partes de mi que estaban escondidas y relegadas, me ayudo a empoderarme porque en paralelo tuve que ir también con el psiquiatra pero me negué obtusamente a que me drogaran, no quise, no cedí, no quería doparme. Solo acepté un tratamiento natural, pese a la opinión de ambos, psicóloga y psiquiatra, yo quería darle la oportunidad a mi cerebro de recuperarse; me informé, estudié el tema y tome una decisión. Eso ha sido algo muy bueno para mi.

Pese a todo, aun no podía hacer un click con mi maternidad hacia ella ni encontraba una manera de que en la casa hubiera más paz y amor con mi niño de ya seis años que me volvía loca. No sabía que hacer con dos niños comunes y corrientes... Con todo, con el apoyo de mis padres  y la terapia, seguí adelante y salí a flote. Se notaba, la vida me sonreía, me sentía feliz, empece a planear el futuro, puse en práctica algunos cambios, seguí postergando la vuelta al trabajo para terminar mi carrera interrumpida; proyecte la mujer que quería ser en ese momento. Esa era una mujer encontrándose pero que aun estaba desconectada y se sentía muy, muy sola. Y en el camino me cruce con alguien con quien nos dimos lo que necesitábamos en ese momento; sin presiones ni proyecciones, solo viviendo el presente. Así las cosas, como una tormenta surgida de la nada, supe que estaba embarazada nuevamente, y al poco tiempo, supimos que eran dos.

Las hormonas de ese complejo, inapropiado y poco convencional embarazo múltiple, me permitieron conectar con mi hija y mi hijo de una manera impensable antes. Sentí el amor fluir hacia ellos, sentí dicha de tenerlos, sentí la necesidad de abrazar y decir cosas dulces y lindas, y sentí también una pena enorme por el poco tiempo que mi hijita había tenido para ser la menor. Cuando ella cumplió dos años y su hermano siete, llegaron los mellizos y empezó mi cuádruple maternidad, sola, con todos ellos. Se imaginarán lo que cambian la vida y la perspectiva cuatro hijos.

¿Y porque el titulo? bueno, porque los mellizos nacieron por cesárea y tuvieron alimentación mixta desde pequeñitos (ya pueden leer esa historia en mi blog si lo desean) y aunque no me opere por decision propia y en contra de todos pues el cuerpo y el alma son míos, pues no creo que pueda parir como lo sueño (literalmente) ni amamantar como lo desearía, ni tantas cosas más. Eso tiempo ya pasó... Pero queda toda una vida de crianza!!!! y eso ya es suficiente desafío...

Bueno queridos todos del Iron Blogger, también a veces el tiempo se me escurre y sin darme cuenta pasan dos semanas que a mi me pareció una y la otra se metió no se adonde. Gracias por el desafío, siempre es bueno y sanador escribir.


lunes, 16 de septiembre de 2013

A meses de sumarme al Desafío Rinoceronte Naranja, aun no logro dejar de gritar...

Más amor y color, así quiero nuestros días...


Desde el 14 de agosto (2013) me sumé al Desafío Rinoceronte Naranjo que consiste en no gritar a mis hijos. Pueden leer mi post al respecto aquí, y/o una traducción de uno de los post de la creadora del desafío en Putum Putum. Si quieres sumarte tal vez te interese el grupo de apoyo en facebook en español El Desafío del Rinoceronte Naranja o los HT en Twitter  #rinonaranja y #yanogrito.

En el grupo de facebook encontré las normas que siguió la creadora del desafío y que cada una puede adaptar a sus circunstancias. Para mí tomé estas 3 normas básicas:
1. Si llego a gritar regreso al día 0.
2. En caso de emergencia o que los niños estuvieran en peligro puedo gritar
3. Si llegó a tratar mal -tipo ogra- como reemplazo de los gritos vuelvo al día 0.

En base a algunos de los Pasos para dejar de gritarle a nuestros hijos que pude leer en la traducción que gentilmente aportó La Mamá Vaca, diseñe una especie de bitácora para registrar la experiencia y a la vez como recordatorio al consciente de que estoy realmente inmersa en esto. La primera columna es para registrar los días que llevo en el desafío, la segunda los días sin gritar. Mi marcha blanca era pasar el fin de semana largo (4 días) del 15 de agosto del 2013 sin gritos. Esta es una muestra de lo difícil que ha sido algo tan anhelado, tras los 14 primeros días sólo pude pasar 4 días sin gritar...

Días
Recordatorio del Desafío
Si grité ¿Cuáles fueron los detonantes?
Alternativas al grito
Balance
Momento
¿Qué hacía?
¿Mi humor?
¿Por qué grite?
1
0
Contarlo a familiares
Mediodía
Prepararnos para salir
Nerviosa, alterada
Se demoraban
Decir en voz alta RINOCERONTE NARANJA / Decirles No quiero gritar
Grite menos, es un comienzo.  Vuelvo al día 0
2
1
Posit naranjos en lugares claves




Decirme a cada rato Rinoceronte Naranja
Sin gritos, pero con jaqueca!!
3
2
Posit, mandarinas





Sin gritos, día con tiempo para mí!!!
4
0

Noche
Intentaba acostarlos
Nerviosa, preocupada porque se hacía tarde
Una de mis hijas nuevamente no pudo avisarme de una situación acordada... 
No grite, pero...
Penca; mal rato, me pase de la raya,con el tono y las palabras.
5
0

Noche
Idem
Idem


Pfff
6
0

Noche
Idem
Idem
Mi hijo mayor no quería bañarse, solo lo hizo cuando le grite...

Mal, todo mal
7
1
Posit naranjos




Leer, leer y leer la blogesfera amorosa
Bien, hay una peque enferma y otro a punto...
8
2
Posit naranjos en mi mano o en la ropa




Conversar con mi hijo mayor; es imprescindible dejar de gritar y tratar mal
Con un dejo tristeza y harta preocupación por el daño ya hecho...
9
3
Publicar esta bitácora en facebook





Todo bien
10
4
Mandarinas por doquier




Leer, y no hacer nada, pero nada en la casa (salvo comida!!)
Todo bien
11
0

Noche
Acostar a los peques
Crispada
Habían volcado casi todo lo de la pieza en sus camas

Buen día, pésimo cierre...
12
1





Les incité a que ordenaramos juntos previendo un posible colapso mío
Bien!!
13
2





Escuchar mi tono y bajarlo al tiro!!
Bien, pero pudo ser mejor.
14
0

Mañana y Noche
Levantares y Acostares
Con ira contenida. Semana premenstrual
Tardan... no me hacen caso inmediatamente

Mal, no paso de un día, pero sigo gritando menos

















Después de meses de desafío no he logrado pasar una semana sen gritar, de hecho pase un tiempo sin el desafío pues no tenía fuerzas y estaba muy desanimada... Ahora mi meta es diaria, pasar cada día sin gritar o gritando lo menos posible... Voy mejor, pero aun falta mucho.

Paz-ciencia para mi y para tod@s quienes estamos en esta iniciativa!!!!

domingo, 8 de septiembre de 2013

Los no cuestionamientos en mi maternidad


Cuando supe que iba a ser mamá mi alegría fue inconmensurable. Estaba feliz, mi compañero también. Fueron meses de dulce y activa espera; justo ese mes se terminaba un gran proyecto en el cual estaba trabajando y me concentre entonces en mi estado y en el estudio de mi segunda carrera.

Fue mi mejor embarazo, pude dormir, hice yoga, comí sano, me prepare para el parto con ejercicios en el agua, sentía confianza en mi ginecóloga, adore a la matrona y me encantó el neonatólogo (antroposófico) que lo recibiría. Además, pudimos pagar el bono para que el parto fuese en una clínica.
Paradojalmente, mi pequeño no se dio vuelta, venía atravesado y  de lo que único que se hablo entonces fue de cesárea si la situación no cambiaba hacia las 36 semanas. Y no cambió, aunque hasta me paré de cabeza en yoga!!

En fin, mi niño nació por cesárea, con música y aromaterapia, con su papá acompañándonos y la matrona tomando hermosas fotos. El cordón se lo cortó el papá, y con él se fue a la otra sala para hacerle todo aquello que las mamás nunca entendemos si es tan necesario. Yo estaba bien, feliz; pero las horas se me hicieron eternas hasta que lo llevaron de vuelta  a la pieza. Luego comenzó la lactancia y mi lucha para que las enfermeras le hicieran caso al pediatra y me lo llevarán  en vez de darle relleno por la noche, pues por política de la clínica los bebes no podían estar con nosotras!!! Yo no quería que se lo llevaran, aun recuerdo esos momentos aunque han pasado casi 12 años. Deseaba fervientemente volver a casa.

Me recupere bien de la operación, dolía pero no me impedía estar con mi pequeño. Daba mucho el pecho, pero aun así él siempre parecía estar con hambre. Hice todo lo que sentía estaba  ami alcance, tome sulpilan, avena. levadura de cerveza, mucha agua, etc. Pero no parecía aumentar la producción y hubieron días que no soltaba m ipecho y yo me desesperaba porque me sentía presa de la situación y nadie me había contado que los bebes humanos necesitan a su mamá las 24 horas del día y que es lo esperable... Finalmente, mal asesorada, a los dos meses me rendí y comencé con la lactancia mixta, con mucha culpa. Por supuesto que el paquete iba con el convencimiento que el niño debía dormir en su cunita, al lado de la cama, pero en su cuna.

Debo decir que por es entonces no cuestioné prácticamente nada; quería parto normal, pero mi hijo no estaba cabeza abajo, mi doctora hablo de la cesárea como única opción en esos casos y yo lo asumí, con pena, pero sin cuestionamiento. Quería solo amamantar, pero no subía de peso lo suficiente  (aunque nunca bajo...) y lloraba mucho y hacia los dos meses no se soltaba de la teta y entonces le recetaron relleno sin mencionar otras opciones (como una asesoría en lactancia o hablarme de la crisis de los dos meses), y yo lo asumí, con pena pero sin ver otra solución. El destete llego hacia los 10 meses porque me mordió tres veces y yo consideré que era suficiente. Se fue  a su pieza como a los 10 meses, yo no estaba segura pero el papá sí; se dormía en su cuna o le dejaba en ella una vez dormido, porque era lo que me imaginaba se debía hacer y el pediatra estaba de acuerdo. Aunque llorara a mares a los 8-9 meses (por lo menos no lo dejaba solo!!!!!) pero yo era firme, tu allí, mamá acá, acá estoy hijo, tranquilo, duérmase. Alternadamente me dolía o me daba rabia su actitud, pero no me lo cuestioné.

Hubo si, algo que me nacía de las entrañas y que chocaba contra el resto del mundo: yo deseaba con todo mi corazón y mi cuerpo estar con él en casa; no quise volver a trabajar y mis cosas académicas las reduje al máximo. No pensaba que iba a querer eso, antes de que naciera creía que sin drama lo dejaría en la sala cuna a los tres meses y a seguir la vida como si nada. Pero no pude. menos mal. Tuve que dejarlo finalmente, pero al año y medio, contra mis deseos, y fuera de toda lógica, acordé con el papá que yo en vez de él saldría  a trabajar.

Mi niño fue creciendo y mi manera de estar con él fue de control total. Cada paso, cada situación era planificada por mi. Quería tantas cosas de él, esperaba moldearlo y a la maternidad según lo que me parecía correcto. Y no me lo cuestioné... incluso hice oídos sordos a comentarios muy certeros que me hablaban de la importancia de disfrutar a los niños y de la diferencia entre criar y educar... Mi niño era un "buen niño y yo estaba muy orgullosa, podía ir con él donde fuera. Era tan ordenado, tan estructurado... Tan reprimido, tan poco creativo, tan inteligente y tan poco dado a inventar juegos o investigar situaciones... tan parecido a mi.

Pasaron los años, y yo sentía que algo no estaba bien, no podía ser que mi pequeño estuviese conmigo apenas unas tres horas de su día despierto! como podía ser bueno eso, todo el día con otra gente... No podía ser bueno que se portara tan bien... Pero no tuve la suficiente convicción para dejar el trabajo o reducir la jornada; hasta que quede embarazada de nuevo y una nueva realidad vino a desbordarlo todo: embarazo y parto, casa, crianza, matrimonio, trabajo. Todo cambió. Para bien y para difícil; me separe con mi pequeña de 5 meses, mi hijo mayor comenzó a revelarse y a "ser" niño; me sumí en una profunda depresión existencial de la que salí fortalecida después de casi un año; no volví a trabajar tiempo completo, y solté muchas cosas que antes me daban terror.

Empecé a mirarme y con eso comencé un nuevo camino. Luego vino otra historia que llegó de la mano de mis hijos menores, mellizos. Y aquí estamos, cuatriplemente remecida y cada día aprendiendo cosas nuevas y cuestionándome todo lo que he hecho y lo que hago.

Al comienzo de mi maternidad no leí lo suficiente, no busqué otras opciones, no vi, no escuche no conocí otra manera. La información es poder, y esta red ha hecho posible lo que antes era muy, muy difícil para quienes estábamos tan desconectadas de nosotras misma.

Con esto comienzo mi aporte al desafío Iron Blogger; nos vemos en le siguiente post!!